
Por ejemplo, alrededor del Sol no existe ninguna super-Tierra, un mundo sólido como el nuestro pero con una masa que puede llegar a ser hasta 10 veces más grande. Prueba de la abundancia de esta clase de planetas es el hallazgo a comienzos de 2007 de dos mundos de esta categoría orbitando alrededor de la misma estrella, Gliese 581.
La estructura de cualquiera de estas super-tierras en proceso de formación consiste en elementos sólidos (principalmente silicatos) y elementos volátiles (agua y amoníaco por ejemplo), con trazas de hidrógeno y gases nobles. Debido a la energía de acreción del proceso y a las constantes colisiones que estas "semillas" de planetas experimentan durante su proceso de formación, lo normal es que toda la masa de cuerpo se encuentre derretida.
Las fuerzas físicas provocan que la estructura se vaya diferenciando, el hierro se precipita hacia el interior formando el núcleo, el resto de minerales menos densos se quedan en el manto, y sobre éste terminan los elementos volátiles. Hasta aquí ninguna diferencia con la Tierra.
Sin embargo, esa diferencia al alza en la masa de las super-Tierras (recordemos, hasta 10 veces superiores a la de nuestro planeta) provocan la aparición de ciertos exotismos. Por ejemplo, las presiones en el manto de un mundo crearían diferentes variedades de minerales inexistentes en nuestro mundo.

¿Hielo que no flota y cubierto por agua a temperaturas superiores a los 700 ºC? Sí, la física tiene estas cosas. Obviamente las propiedades de este hielo tienen muy poco en común con el que acaba dentro de nuestros vasos de refresco, pero conservan la propiedad común de ser menos densos que las rocas que forman el núcleo ubicado por bajo.
Esta clase de enormes mundos rocosos cubiertos por agua podrían ser realmente abundantes en el universo, puesto que la presencia de agua a bajas temperatuas en los ambientes en los que se generan los planetas es muy común.
Para que una super-Tierra se conviertiera en océanica el contenido en agua debería ser del 10% del total de su masa. Puede parecer poco, pero en nuestro planeta el agua supone sólo un 0,02% del total de la masa.

Capítulo aparte merecerían las super-Tierras compuestas principalmente por carbono en lugar de por oxígeno. Estos mundos, super escasos, orbitarían a una extraña variedad de estrellas ricas en carbono observadas por los astrónomos. Estos planetas seguirían teniendo un núcleo de hierro, pero sobre él se extenderían compuestos como el grafito o el carburo de silicio. Esta última es una sustancia tan dura que en la Tierra la usamos para hacer los discos de freno de los coches de carreras, o herramientas que soporten un estrés medioambiental muy alto. En estos exóticos mundos "duros" no habría tectónica de placas ni terremotos.
En fin, piénsatelo antes de pensar que el Sistema Solar te ofrece toda una amplia variedad de planetas. El vasto universo, que recién empezamos a explorar, nos va a soprender con mundos, probablemente habitables, que dejarán a los expertos mudos de asombro.